OEA, el próximo reto de la democracia continental
América Latina se ha caracterizado por ser un territorio de paz y con gran cantidad de recursos naturales. Sin embargo, gracias a la incapacidad, corrupción y falta de educación política de las clases dirigentes de cada uno de los países de esta región, América Latina se lleva el premio como la región más desigual del mundo. Esto es una gran preocupación. Adicionalmente, en los últimos años, la democracia se ha convertido en un reto día a día.
Cerramos la segunda década del milenio con una región conmocionada, con fraudes electorales, con militares en el poder, con violaciones a los derechos humanos, con inestabilidad social y con líderes políticos que llaman a la creación de milicias armadas para “defender” un proyecto político mientras otros directamente se sostienen en el poder con el uso de las fuerzas armadas de sus países. Sin duda, no es nuestro mejor momento.
La Organización de Estados Americanos, criticada y aplaudida, sigue siendo el foro político regional más importante de América, donde el voto de un país como Estados Unidos tiene el mismo peso que el voto de un país como Haití. Situación no menor, ya que se hace un reconocimiento de los Estados por igual, cosa que en otras organizaciones internacionales no existe. La OEA, al igual que en otros momentos de la historia política de nuestra región, hoy tiene una responsabilidad y un papel fundamental para hacer frente a los diversos conflictos de la región.
Para marzo de 2020, fecha aún sin confirmar, la OEA debe elegir a un secretario general, y sobre la mesa hay tres candidaturas. El uruguayo Luis Almagro, embajador de carrera y quien desde el 18 de marzo de 2015 fue elegido, con 33 votos de 34, como secretario general de la OEA, se postula a la reelección con el aval de la mayoría de los países de la región. Almagro caracterizó su gestión por levantar las banderas de la democracia, los Derechos Humanos, especialmente por la democratización de Venezuela. Realizó diversos informes donde plasmaba la crisis económica, política e institucional de Venezuela, lo que lo llevó a ganarse el repudio del régimen venezolano y de los gobiernos amigos del dictador Maduro.
María Fernanda Espinosa, antropóloga de profesión, fue canciller de Ecuador y presidente de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Ella es otra de las candidatas apoyada principalmente por Antigua y Barbuda y San Vicente y las Granadinas. Durante su gestión como canciller de Ecuador, otorgó la nacionalidad ecuatoriana a Julián Assange, quien tenía asilo político en la embajada de Ecuador en Reino Unido y lo nombró consejero de la Embajada para, así, otorgarle inmunidad diplomática. Todo este proceso fue cuestionado y fue uno de las causales, junto con otros, de la apertura de un juicio político en la Asamblea Nacional de Ecuador contra Espinosa el 31 de mayo de 2018 con oficio número 0187–2018-FFV-AN. Espinosa es respaldada por un puñado de países de la región, que están orientados a “reestructurar” la OEA. Uno de los principales líderes políticos que patrocinan a Espinosa es el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, quien en 2016 cuestionó el funcionamiento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Finalmente, el peruano Hugo de Zela es el tercer candidato. Diplomático de carrera, ha sido representante de Perú en Argentina, Uruguay, Brasil y también en la OEA. Fue jefe de gabinete desde noviembre de 2011 hasta 2015 durante la gestión de José Miguel Insulza, y actualmente es embajador de Perú en los Estados Unidos. Enfoca su campaña a la Secretaría General hacia el Caribe, siendo sus últimos viajes para Jamaica, Granada y Trinidad Tobago, buscando así construir puentes con estos países para recibir sus apoyos.
Independientemente de quién sea el ganador de este grupo de candidatos — e incluso, si en último momento aparecen otros candidatos — , lo importante es entender que la OEA sigue siendo el único espacio de la región donde se sientan todos los Estados y donde todos son reconocidos de forma igual. La Comisión y la Corte Interamericana de los Derechos Humanos son órganos que han sido el resultado de años de trabajo y, por último pero no menos importante, la Carta Democrática Interamericana debe ser el eje central de la OEA.
Sea quien sea el secretario general, a toda costa se debe evitar constituir a la OEA en una organización ideológica, como lo han sido otras organizaciones que han fracasado rotundamente, y más bien se debe profundizar el debate en la diversidad y, como supremo valor, el respeto al artículo número 1 de la Carta Democrática Interamericana. “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla. La democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas”.
Jose Ponte Rangel